Cuento fantástico: El taxi

El taxi

Salimos del boliche alrededor de las 5 de la mañana. Es una noche sombría y con mucha niebla, no se ve nada a más de 100 metros. Mi amigo Juan camina delante de mi un poco mareado y yo, atrás, bastante nervioso por lo que acaba de suceder. Es el mejor momento para contárselo:
-Tengo que decirte algo...La semana pasada estuve con Paula...
-¿Con Paula, mi novia?
- Sí...
Me golpea en el rostro y me caigo al piso, se aleja caminando velozmente y yo me  levanto y  lo sigo a una ligera distancia. Veo que llama un taxi para irse para su casa, pero el taxi no se molestó en parar.
Al rato de caminar ya me he acercado bastante a Juan y, de repente, aparece a lo lejos un señor muy alto al que no se le ve la cara. Está completamente cubierto por una capa negra y un sombrero, viene directamente hacia nosotros. Empezamos a detener el paso y comenzamos a transpirar. Tenemos al hombre casi enfrente de nosotros y siento que mi corazón se sale por mi boca, cuando en un parpadeo la figura desaparece.
Nos sentimos muy aliviados y parece que el enojo de Juan se esfumó. Seguimos caminando hasta que Juan se tropieza con una baldosa levantada. Yo no me detengo; pero luego, al ver que no vuelve pienso que se lastimó; entonces me volteo y lo veo a unos pocos centímetros de mí, tiene los ojos completamente blancos y a su izquierda toda la ropa del hombre que nos cruzamos anteriormente. No puedo entender lo que está pasando pero tengo tanto miedo que prefiero correr.
Veo un taxi y automáticamente lo pare, esta vez sí que frena. Me subo velozmente. El taxista gira el auto como si supiera a dónde quiero ir; entonces, frena repentinamente y gira su cuello como una lechuza mirando hacia mí: es Juan.
-¡Aahhh!- grito del susto
Está sacando un arma del bolsillo, intento salir, pero las puertas están trabadas. Me tapo la cara con los brazos y dispara justo en mi pecho.
Cuando abro los ojos esta Juan a mi lado, está muy confundido:
-¿Qué pasó? ¿Qué te pasó? ¿Dónde estamos?- repite mientras llama a la ambulancia

Veo el cristal del auto roto como si lo hubiera atravesado una bala y al fondo, desapareciendo entre las sombras, el hombre, cuando cierro mis ojos por última vez.

Comentarios

  1. Tomás: Es una lástima que no se lee bien. Fijate si podés arreglarlo. Te sugiero que en Word le borres el formato al cuento y lo copies y pegues otra vez (sin formato) en la entrada de Blogger para que pueda leerse. Es una lástima porque es un muy buen relato. Avisame cuando esté listo que lo vuelvo a mirar para colocar una nota definitiva.

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